Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir: biografía

Simone de Beauvoir fue una escritora y filósofa francesa que sentó las bases del feminismo moderno. Simone de Beauvoir, cuyo nombre completo era Simone-Lucie-Ernestine-Marie Bertrand de Beauvoir, nació en 1908 en París. Fue educada como católica en el seno de una familia de clase media-alta.

En su juventud, era tan devota del catolicismo que pretendía hacerse monja. Sin embargo, durante su adolescencia, su curiosidad intelectual la llevó a renunciar a su fe y a dedicar su vida al estudio de la filosofía, las matemáticas y la literatura. Estudió filosofía en la Sorbona (prestigiosa universidad de París). Fue allí donde conoció al filósofo existencialista Jean-Paul Sartre, con quien mantuvo una famosa relación sentimental poco convencional.

En 1949, De Beauvoir publicó su famoso libro El Segundo Sexo. Se considera su obra más conocida. El libro era una crítica al patriarcado y al estatus concedido a las mujeres a lo largo de la historia. Aunque hoy en día el libro se venera como una de las obras feministas fundacionales más importantes, cuando se publicó fue recibido con polémica: los críticos calificaron el libro de pornográfico y el Vaticano prohibió el texto.

Simone de Beauvoir y el feminismo

Para comprender el feminismo de Simone de Beauvoir es necesario recurrir a su gran obra, El Segundo Sexo. Su obra explora aquí las formas específicas en que las ciencias sociales y naturales han justificado la dominación patriarcal de la mujer mediante la producción de una ideología que dicta que las mujeres son "naturalmente" inferiores. En 1976, escribió

El Segundo Sexo

El Segundo Sexo es, en esencia, un argumento a favor de la igualdad sexual que rechaza las creencias dominantes, hasta entonces incuestionables, sobre la inferioridad natural de la mujer.

A grandes rasgos, su argumento puede resumirse en dos direcciones. La primera de ellas es que la ideología masculina explota las auténticas diferencias sexuales entre hombres y mujeres, aunque utiliza estas diferencias para establecer y mantener la desigualdad.

La segunda parte de su argumento responde a la idea de pensadores como Platón, que sostienen que la igualdad sexual puede alcanzarse una vez que disolvemos las diferencias sexuales -en esencia, haciendo de la masculinidad el tipo humano absoluto.

Simone De Beauvoir defiende, en cambio, que hombres y mujeres deben tratarse como iguales, aunque reconociendo que existen diferencias sexuales. No es necesario borrar estas diferencias para lograr la igualdad, simplemente hay que validarlas. Es importante destacar que, para De Beauvoir, la igualdad no es sinónimo de ser iguales.

De acuerdo con este pensamiento, considera injustas e inmorales las justificaciones tradicionales del patriarcado basadas en que existen diferencias sexuales objetivas entre hombres y mujeres. Además, el fundamento en el que se basa la suposición de que los hombres son superiores a las mujeres es, en el mejor de los casos, débil y refleja un prejuicio que aún no se había cuestionado.

Ésta es, posiblemente, la cita más famosa de El Segundo Sexo y supone un reconocimiento de la distinción entre sexo y género. Mientras que el sexo es biológico, en referencia a nuestros genitales y ADN, el género es una construcción social que, por definición, hay que aprender o inculcarnos (no tiene base biológica).

Al introducir esta idea, el comentario de De Beauvoir sobre la desigualdad sexual se convierte en una exploración de la construcción social de la feminidad y en una crítica tanto de cómo surgen estas construcciones como de su validez. Para De Beauvoir, la feminidad no es biológica, sino una manifestación de normas sociales.

Las diferencias sexuales supuestamente "esenciales" entre hombres y mujeres no tienen su origen en la naturaleza. Son un reflejo de las diferencias en la experiencia vivida por hombres y mujeres. Legitimar el patriarcado basándose en las diferencias sexuales entre hombres y mujeres pierde así credibilidad, ya que estas diferencias (aparte de las diferencias biológicas básicas) proceden de influencias externas, sociales y culturales.

El Otro

Un concepto central en los escritos de De Beauvoir es el de la mujer como "el otro", que existe en oposición al sujeto. El sujeto es absoluto, mientras que el otro es inesencial. Es esta dicotomía la que sustenta los escritos de De Beauvoir sobre la desigualdad sexual.

Una parte fundamental de esta distinción es que el sujeto, es decir, el hombre, se identifica como el epítome paradigmático de lo que es ser humano. Con esta creencia interiorizada, De Beauvoir sostiene que los hombres miden a las mujeres según su propio rasero, concluyendo así que son inferiores.

Las supuestas deficiencias de las mujeres se identifican mediante la conclusión de que no cumplen el paradigma del humano absoluto que los hombres o "el sujeto" perciben que son. Como resultado, estas conclusiones arbitrarias se utilizan para justificar el tratamiento de las mujeres como "el otro".

Simone de Beauvoir y la filosofía

Como ya hemos mencionado, Simone de Beauvoir es descrita con mayor precisión como una escritora filosófica. Su proyecto filosófico sobre las raíces de la desigualdad sexual tiene su origen en su identificación con la fenomenología existencial.

Así pues, la fenomenología existencial, que sustenta la filosofía de De Beauvoir, combina estos dos proyectos.

La filosofía de De Beauvoir, por tanto, es la exploración de la realidad de la experiencia vivida de ser mujer, y de cómo se percibe a las mujeres. Su obra y su análisis se basan fundamentalmente en su interés por la fenomenología existencial.

Críticas a la obra de Simone de Beauvoir

Como todos los escritores comprometidos filosófica y políticamente, las obras de Simone de Beauvoir han suscitado críticas.

Una crítica habitual a la obra de De Beauvoir es que en realidad es misógina y está enmarcada por el imaginario masculino. Algunos sostienen que De Beauvoir aboga por un feminismo masculinizado. Normalmente, a lo que la gente se refiere cuando sugiere esto es a la descripción negativa que hace De Beauvoir de la experiencia sexual femenina, la maternidad, la menopausia y la menstruación. Estas descripciones se encuentran en El Segundo Sexo.

Julia Kristeva, filósofa búlgaro-francesa, se asocia sobre todo con críticas a De Beauvoir que siguen esta línea argumental.

Fig. 2 - Julia Kristeva

Sin embargo, se ha defendido a De Beauvoir de estas críticas reconociendo que sus comentarios son producto del contexto social en el que escribió El Segundo Sexo. No olvidemos que publicó este libro en 1949, cuando el aborto y el control de la natalidad eran ilegales y, por tanto, la maternidad no era una elección, sino una exigencia. En consecuencia, De Beauvoir no veía la celebración de la maternidad como algo liberador para las mujeres.

Otra crítica a la obra de Simone de Beauvoir es que es ciega a la desigualdad de clase y racial. Elizabeth Spelman (1988) sostiene que De Beauvoir utiliza a las mujeres blancas de clase media como paradigma de la experiencia vivida por todas las mujeres. De forma similar, algunos filósofos sostienen que los argumentos de De Beauvoir en El Segundo Sexo se basan en supuestos heterosexistas. Claudia Card (1990) sostiene que muchos de sus argumentos se basan en la premisa discriminatoria de que la homosexualidad es una elección, mientras que la heterosexualidad es fundamental.

La importancia de la obra de Simone de Beauvoir

La importancia de la obra de Simone de Beauvoir radica en su contribución fundacional a la historia del feminismo. Su análisis sobre la fenomenología de la feminidad ha influido indudablemente en la formación de la ideología feminista relativa a la naturaleza de la desigualdad sexual en las sociedades.

Su cita "no se nace, sino que se llega a ser mujer" es vital para comprender su contribución a la ideología feminista.

Antes de De Beauvoir, era rara, por no decir inexistente, una visión constructivista social del género y de cómo éste contribuye a la desigualdad sexual. El enfoque histórico y filosófico de Beauvoir para analizar la fenomenología de la desigualdad basada en el sexo fue fundamental para poner de relieve la naturaleza ilógica del patriarcado legitimado por una comprensión sesgada y errónea de la superioridad natural, biológicamente garantizada.

Desde la publicación de El Segundo Sexo, muchos creen que aquí comenzó el feminismo contemporáneo.