Internamiento Japonés

Fecha del internamiento japonés

El internamiento de japoneses-americanos comenzó oficialmente el 19 de febrero de 1942 con la firma de la Orden Ejecutiva 9066. Este tipo de discriminación contra los estadounidenses de origen japonés continuaría durante cuatro años más. La fecha oficial del fin del Internamiento Japonés es el 20 de marzo de 1946, día en que se cerró el último campo de internamiento en el que estaban recluidos los estadounidenses de origen japonés.

Efectos y causa del internamiento japonés

El 7 de diciembre de 1941, la 1ª Flota Aérea Imperial Japonesa precipitó un ataque por sorpresa contra la flota estadounidense estacionada en Pearl Harbor, Hawai. El ataque a Pearl Harbor conmocionó a EEUU, entonces un país neutral, y le obligó a entrar en la Segunda Guerra Mundial.

Fig. 1: Ataque a Pearl Harbor

Como minoría en la América anterior al movimiento por los derechos civiles, los japoneses, al igual que otras minorías del país, eran tratados como ciudadanos de segunda clase por el público en general. El ataque a Pearl Harbor exacerbó las opiniones negativas sobre los estadounidenses de origen japonés. A ello contribuyó el Departamento de Guerra estadounidense, que pintó a los japoneses-americanos como saboteadores potenciales y agentes del Imperio japonés.

Uno de los principales defensores del internamiento de japoneses fue el general John L. DeWitt. El general DeWitt dirigía el Mando de Defensa Occidental y creía que el internamiento de japoneses-americanos evitaría que se repitiera lo de Pearl Harbor. Al igual que DeWitt, el Departamento de Guerra creía que era más favorable reubicar y mantener en internamiento a miles de japoneses. Un punto de vista opuesto fue presentado por el Departamento de Justicia de EE.UU., que se opuso a que el Departamento de Guerra tratara a japoneses-americanos inocentes, de los cuales la mayoría eran ciudadanos estadounidenses nacidos en EE.UU. o naturalizados.

Fig. 2: General John DeWitt

El 19 de febrero de 1942, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 9066. La orden, oficialmente, pretendía "impedir el espionaje en las costas estadounidenses". Para ello, se reubicaría a unos 120.000 japoneses-estadounidenses fuera de los estados del Pacífico de California, Oregón y Washington, estados con notables poblaciones de minoría japonesa-estadounidense, en campos de internamiento más adentrados en el territorio estadounidense.

Fig. 3: Presidente Franklin D. Roosevelt

Campos de internamiento japoneses

La Orden Ejecutiva 9066 del presidente Roosevelt también creó la Autoridad de Reubicación de Guerra, que estableció campos donde se trasladó a vivir a los japoneses-americanos. Los japoneses-estadounidenses fueron "oficialmente" "evacuados", pero en realidad fueron expulsados por la fuerza de sus hogares. Lo que hizo que su traslado fuera forzoso fueron los seis días que les dieron para recoger sus pertenencias y prepararse para ser enviados a los campos de internamiento. Muchos incluso vendieron sus casas, aunque por cantidades muy pequeñas.

Fig. 4: Campo de internamiento japonés en California

Los campos solían estar aislados de las zonas pobladas, la mayoría en desiertos. Los campos estaban rodeados de alambres de espino y torres de vigilancia con guardias armados, razón por la que a los campos de internamiento también se les denomina campos de concentración.

Debido a su aislamiento, los campos eran propensos a sufrir las inclemencias del tiempo. Esto se convertía en un problema en invierno, ya que no existía un sistema de calefacción adecuado y cientos de japoneses-americanos tenían que compartir singulares estufas de calefacción para mantenerse calientes. Las condiciones de vida, en general, tampoco eran buenas. Familias enteras tenían que compartir habitaciones pequeñas con ventilación limitada, la ropa de cama de calidad militar y la vigilancia constante hacían que el campo de internamiento pareciera más una prisión de lo que era.

Fig. 5: Campesinos japoneses-americanos en un campo de internamiento

Sin embargo, a pesar de todas las penurias, los japoneses-americanos convirtieron los campos en hogares. Empezaron a establecer escuelas, periódicos e incluso granjas en los territorios de los campos. Lo más interesante es que, a pesar del trato que recibían los japoneses-americanos en todo EE.UU., se calcula que 33.000 jóvenes japoneses-americanos se alistaron en el ejército.

Fig. 6: Regimiento japonés-americano en la Segunda Guerra Mundial

Al final, a pesar de las penurias que sufrieron unos 120.000 japoneses-americanos en estos campos, se les dejó marchar en 1946. El último campo de internamiento se cerró el 20 de marzo de 1946, lo que puso fin al periodo conocido como Internamiento Japonés. Sin embargo, aunque regresaron, muchos japoneses-estadounidenses se encontraron con que sus casas habían sido embargadas o vendidas. Aunque muchos ya no permanecían en campos, ahora tenían que reconstruir sus vidas desde abajo otra vez.

Datos sobre el internamiento japonés

• Los japoneses no fueron las únicas víctimas del internamiento, también lo fueron varios miles de inmigrantes italianos y alemanes.
• En California, las leyes sobre los japoneses-americanos eran tan estrictas que incluso se podía encarcelar a alguien que fuera incluso 1/16 de japonés.
• Los japoneses-americanos obtuvieron finalmente justicia en 1976 y 1988. En el primero, el presidente Gerald Ford derogó oficialmente la Orden Ejecutiva 9066 de Roosevelt. Y en el segundo, el presidente Ronald Reagan y el Congreso emitieron disculpas formales y concedieron a más de 80.000 japoneses-estadounidenses 20.000 dólares estadounidenses como reparación por los malos tratos infligidos a los japoneses-estadounidenses durante los años de internamiento.