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La obra de Daniel Defoe (1660-1731) Diario del año de la peste (1722) narra en primera persona la Gran Peste de Londres, que mató aproximadamente a 97.000 personas en el año 1665. En parte novela histórica, en parte advertencia y en parte manual de consejos, este libro, basado tanto en la experiencia personal de la infancia de Defoe como en la investigación histórica, ofrece un relato fascinante de los detalles cotidianos de la vida en una ciudad afectada por la peste.1
Diario del año de la peste Antecedentes
La peste fue una pandemia que afectó a Europa, Asia, África y Oriente Próximo desde la Edad Media hasta principios del siglo XVIII. Se conoce principalmente por el brote masivo que se produjo entre 1346-53 y que mató quizás hasta a la mitad de la población de estas regiones. La peste tuvo brotes cíclicos -a veces con una frecuencia de hasta 20 años- hasta alrededor de 1690.2
Aunque hay desacuerdo sobre cuál fue la causa exacta de la peste, la mayoría de los estudiosos coinciden en que fue la peste bubónica o una combinación de ésta y otras enfermedades. Todas ellas fueron probablemente transportadas por las pulgas que infestaban a las ratas en los barcos de carga procedentes del Mar Negro.
El autor de Diario del año de la peste, Daniel Defoe, nació en Londres en 1660 y vivía allí de niño cuando sobrevino la Gran Peste de 1665. Cuando estalló una plaga en Marsella, Francia, en 1720, los europeos se prepararon ante la posibilidad de una nueva pandemia. Defoe, quizá utilizando sus recuerdos de infancia como punto de partida, pero también consultando fuentes históricas, decidió escribir un tratado que detallara la vida durante la peste de Londres en 1665.4
Personajes de Diario del Año de la Peste
Un Diario del Año de la Peste tiene un personaje central, que es también el narrador, y varios personajes periféricos con los que interactúa o cuyas historias vuelve a contar.
H.F.
El narrador, identificado sólo por estas dos iniciales al final del libro, es un guarnicionero de éxito que reside en Londres y realiza la mayor parte de sus negocios comerciando con las colonias americanas. Es tranquilo y racional, aunque permanece innecesariamente en Londres y a menudo se arriesga a contraer la peste por puro aburrimiento o curiosidad. Es compasivo, y en varias ocasiones ayuda y se compadece de las víctimas de la peste. También es un cristiano devoto, que cree que la peste es obra de Dios. Sobrevive a la peste, pero muere antes de la publicación del libro, como se informa al lector en una nota hacia el final del libro.
El tío de Defoe, Henry Foe, puede haber servido de modelo para H.F. Tendría unos 37 años en la época de la Gran Peste y posiblemente se encontraba en Londres en ese momento. Otros detalles parecen corroborar esta teoría: Henry Foe y su hermana fueron enterrados en Moorfields, y una nota en A Journal of the Plague Year nos informa de que H.F. y su hermana también lo fueron; H.F. también menciona ser de Northamptonshire, que es de donde también procedía la familia Foe. H.F. y Foe también eran guarnicioneros del barrio londinense de Whitechapel.
El hermano mayor de H.F.
También próspero comerciante con contactos internacionales, el hermano de H.F. decide retirarse al campo con su familia para esperar a que pase la peste. Insta a su hermano a que también lo haga, pero sin éxito. A menudo mantiene correspondencia por carta con su hermano, que también se ocupa de su almacén.
El "Caballero Infeliz"
Tras perder a su mujer y a sus hijos a causa de la peste, este personaje sin nombre se desmaya después de presenciar cómo los arrojan a una fosa común sin nombre.
Pandilla de la Taberna del Pastel
Una banda de borrachos que se reúnen regularmente en la Taberna del Pastel a pesar de las leyes que prohíben las reuniones, se dedican a la "juerga profana atea", a menudo acosando a las víctimas de la peste y a otros clientes.
El Aguador
Un hombre al que H.F. observa mientras pasea por los muelles, cuya mujer e hijo superviviente están en cuarentena a causa de la peste. Gana su dinero principalmente repartiendo comida y otros artículos de primera necesidad a las personas que esperan a que pase la peste en los barcos amarrados en el Támesis.
John, Thomas y Richard
Aunque H.F. nunca conoce a estas personas, su historia ocupa una parte sustancial del libro. Estos tres jornaleros y artesanos, escasos de trabajo a causa de la peste y preocupados por la posibilidad de infectarse, deciden poner en común sus recursos y viajar al campo.
Resumen delDiario del Año de la Peste
Comenzando con la noticia de dos muertes por peste en Londres en diciembre de 1664, el narrador utiliza tablas estadísticas para mostrar cómo las muertes en ciertos barrios aumentaron constantemente en enero y febrero. Seguros de que la peste se cernía sobre ellos, muchos de los ricos de Londres abandonaron la ciudad para refugiarse en el campo, donde esperarían a que pasara con relativa seguridad. El hermano de H.F. está entre ellos, y él mismo se plantea seriamente abandonar la ciudad. Al final, sus preocupaciones comerciales, pero sobre todo su curiosidad y su corazonada de que la peste es una prueba de Dios, le llevan a quedarse en la ciudad.
Tras una tregua en primavera, la peste aumenta en intensidad y se extiende a medida que se acerca el verano. La ciudad se vuelve cada vez más desolada a medida que se disparan las infecciones y la gente evita la actividad pública. Las personas que quedan en la ciudad están visiblemente preocupadas, y parece haber un aumento del comportamiento extraño y de la delincuencia. El narrador descubre que han entrado en el almacén de su hermano y que una multitud de mujeres, en su mayoría vecinas acomodadas, han venido y saqueado varias cajas de sombreros. Cuando se enfrenta a ellas, le dicen que simplemente supusieron que el propietario había muerto y que los sombreros se echarían a perder. Otros delitos son más despiadados, como cuando el narrador cuenta que un hombre infectado por la peste arrastra a una mujer al suelo y la besa a la fuerza.
La plaga de 1665 estuvo precedida por un cometa brillante en el cielo, que contribuyó a que se extendiera la creencia de que la plaga era un juicio de Dios. El narrador observa un enorme aumento de la asistencia a las iglesias, a pesar del conocido peligro de infección por las grandes aglomeraciones de gente. También observa con desaprobación una proliferación de aspirantes a profetas en la calle, predicando a voz en grito que el juicio de Dios estaba cerca, como el famoso Águila Salomónica, que caminaba desnudo por las calles gritando "¡arrepentíos!". Junto con esto, se generalizaron una serie de "amuletos, philtres, exorcismos, amuletos" vendidos por curanderos.
El narrador cita extensamente las medidas gubernamentales adoptadas para intentar contener la peste. Entre ellas figuraba el nombramiento de ciudadanos como examinadores y buscadores, cuyo trabajo consistía en descubrir qué personas de qué hogares habían contraído la peste y si estaban vivas o muertas. A las víctimas de la peste se las trasladaba voluntariamente a una casa de plagas, donde se las cuidaba a cambio de una cuota, o se las encerraba a la fuerza en sus propias casas.
Todos los miembros de la familia, enfermos o sanos, debían permanecer en la casa durante un mes si alguien contraía la peste. La puerta se marcaba con una cruz roja y las palabras "el señor tenga piedad de nosotros". Se nombraba a un vigilante para asegurarse de que la casa se abastecía de alimentos y artículos de primera necesidad y de que nadie escapaba. También se designaron médicos, enfermeras y cirujanos para visitar y ayudar a los enfermos. Las casas y los carruajes debían estar bien ventilados, y estaban prohibidas las grandes reuniones de gente en tabernas, teatros y fiestas.
En julio, la peste se agrava tanto que el narrador es testigo de cómo la gente cae muerta en la calle, les oye gemir dentro de sus casas y, en ocasiones, les ve volverse locos por el dolor de la infección, en algunos casos corriendo desnudos por la calle y saltando al río. Los "carros de los muertos" empiezan a visitar el barrio para llevarse al gran número de fallecidos y enterrarlos por la noche en fosas sin señalizar. Como alivio cómico, el narrador nos cuenta la historia de un gaitero vagabundo que dormía y que fue cargado accidentalmente en un carro de muertos y se despertó justo antes de que lo arrojaran a la fosa.
Por curiosidad, el narrador visita una noche un cementerio para presenciar un entierro colectivo. Ve a un infeliz caballero que se desmaya tras ver cómo arrojan a su mujer y a sus hijos a una tumba sin nombre. Llevan al hombre a la Taberna del Pastel, donde le conocen. Más tarde, el narrador acude a ver cómo se encuentra y descubre a una pandilla de borrachos que se burlan de él y de otros apestados. Intenta razonar con ellos, pero esto sólo consigue enfurecerlos aún más. Más tarde, se entera de que todos han muerto a causa de la peste y que ellos mismos fueron depositados en la tumba sin nombre.
Después de esto, el narrador decide intentar abastecerse de provisiones y permanecer secuestrado en su casa, pero al cabo de unas dos semanas ya no soporta permanecer dentro. Se dirige al río para ver cómo se las arreglan los muelles y los barcos. La zona parece tan desierta como el resto de la ciudad, pero ve a un hombre solitario trabajando en un barco. Se entera de que hay cientos de personas amarradas en alta mar, esperando a que amaine la peste. Este hombre se gana la vida llevándoles artículos de primera necesidad.
Para ilustrar la difícil situación de los trabajadores durante la peste, que no podían salir de la ciudad y a menudo se quedaban sin trabajo debido a la menor demanda de criados y obreros, el narrador cuenta la historia de John el galletero, Tom el velero y Richard el carpintero. Estos tres hombres de clase obrera deciden abandonar la ciudad junto con una tienda de campaña y todas las provisiones que puedan comprar. Acampan en el bosque e intentan mantenerse alejados de las ciudades y las multitudes, pero acaban conociendo a un grupo de personas de ideas afines que huyen de la ciudad. Se unen y viven pacíficamente, a veces chocando con los aldeanos locales que les temen, aunque también inspiran su compasión y simpatía. Permanecen así durante el verano y el otoño, tras los cuales el tiempo se vuelve demasiado frío y se ven obligados a regresar a Londres.
El narrador es nombrado ahora examinador, lo que significa que su trabajo consiste en determinar cuándo se infecta alguien de su vecindario y enviar órdenes para que se les ponga en cuarentena en sus casas. Está en contra de la práctica de encerrar a la gente en sus casas, pues le parece terrible obligar a los miembros sanos del hogar a permanecer dentro con los enfermos. Señala que la gente practicaba todo tipo de engaños para evitar ser encerrada, a veces incluso atacando y asesinando a los vigilantes que les custodiaban. Luego, sin saberlo, propagaban la infección al huir a otras partes de la ciudad o del país. A causa de esta objeción de conciencia, se le reduce su mandato como examinador.
Después de septiembre, la peste empieza a ser menos mortífera. El narrador observa que muchas personas se apresuraron a volver a la ciudad y abandonaron todas las precauciones que habían estado tomando contra la infección. El resultado es una tasa de infección mucho mayor, aunque la mortalidad sigue disminuyendo. Finalmente, la enfermedad se extingue y la vida vuelve más o menos a la normalidad al invierno siguiente.
Análisis delaño de la peste
A menudo se atribuye a Daniel Defoe el mérito de ser el primer novelista inglés. El libro no es obviamente ficticio, pues se presenta como la destilación de recuerdos y observaciones anotados en un diario por una persona real durante la peste. De hecho, se basó en la propia experiencia de Defoe y en una meticulosa investigación, pero su enfoque en la perspectiva limitada de su narrador ficticio y su afición a encontrar anécdotas y viñetas que a su vez divierten, horrorizan y despiertan el interés del lector la convierten en una obra más de literatura que de historia.5
Aunque Defoe seguramente pretendía que este libro fuera entretenido, también tenía un propósito práctico al escribirlo. Ante todo, la preocupación por la posible reanudación de la peste a medida que se extendía por Francia en 1720 significaba que habría que tomar decisiones difíciles sobre cómo controlarla. Defoe subraya las dificultades a las que se enfrentan los pobres y la necesidad de donaciones caritativas y medidas para aumentar la higiene pública y disminuir el hacinamiento. Le preocupaba especialmente poner fin a la práctica de poner en cuarentena a los sanos junto con los enfermos de una casa, de la que estaba convencido que era cruel e ineficaz.
Defoe, cristiano devoto, también tenía interés en demostrar el papel que Dios desempeña en el mundo. Coincidiendo probablemente con H.F. en que la peste es un juicio de Dios, pero que también nos incumbe a todos actuar con prudencia, ve la peste como una oportunidad para demostrar el valor de una creencia religiosa genuina y profunda en tiempos de crisis.
Diario del año de la peste Citas
H.F. al justificar su decisión de permanecer en la ciudad de Londres y explicar sus opiniones sobre la intervención divina:
Consideraba que este tiempo funesto era una estación particular de la venganza divina, y que Dios señalaría en esta ocasión a los objetos apropiados de su desagrado de una manera más especial y notable que en otro momento.
Describiendo el extraño comportamiento que a veces acompañaba a las víctimas de la peste en la agonía de la enfermedad:
La gente en el furor del moquillo, o en el tormento de sus hinchazones, que era ciertamente intolerable, salía corriendo de su gobierno, delirante y distraída, y a menudo se echaban violentas manos encima, se arrojaban por las ventanas, se pegaban tiros, &c madres asesinando a sus hijos en su locura, muriendo algunas de mera pena como pasión, otras de mero susto y sorpresa sin infección alguna, otras asustadas hasta el idiotismo y las distracciones insensatas, otras hasta la desesperación y la locura, otras hasta la locura melancólica.
Descripción de H.F. de las calles de la ciudad en el apogeo de la peste:
"...calles enteras parecían desoladas, y no sólo cerradas, sino vaciadas de sus habitantes; las puertas permanecían abiertas, las ventanas se rompían con el viento en las casas vacías [...] las grandes Calles... tenían hierba creciendo en ellas".
La observación de H.F. de que la peste trajo la tolerancia religiosa, con personas de distintas confesiones adorando y cooperando juntas:
Otro año de peste reconciliaría todas estas diferencias; una estrecha conversación con la muerte, o con las enfermedades que amenazan con la muerte, desespumaría la hiel de nuestros ánimos, eliminaría las animosidades entre nosotros y nos llevaría a ver con otros ojos aquellos con los que antes veíamos las cosas.
Diario del año de la peste - Puntos clave
- Publicado por Daniel Defoe en 1722, Diario del año de la peste es un relato ficticio de primera mano sobre la vida en Londres durante la peste de 1665.
- El narrador del libro, identificado únicamente como H.F., es un hombre de negocios que decide quedarse en Londres durante la peste en lugar de huir al campo con su hermano.
- H.F. relata una serie de anécdotas y viñetas fascinantes que demuestran cómo afectaron a los londinenses tanto la peste como las medidas adoptadas para evitar su propagación.
- Daniel Defoe empezó a escribir Diario del Año de la Peste para ayudar a los londinenses a prepararse para un posible brote tras el estallido de la peste en el sur de Francia en 1720, advirtiendo contra la cuarentena de personas sanas con sus familiares enfermos e instando a la necesidad de la higiene pública y la caridad para con los pobres.
- Diario del Año de la P este también tiene un fuerte mensaje religioso, al insistir en que la peste es una señal del juicio de Dios.
Referencias
1. Richetti, J. (editor). The Cambridge Companion to Daniel Defoe. Cambridge UP, 2009
2. Benedictow, O. La Historia Completa de la Peste Negra. Boydell & Brewer, 2021.
3. Byrne, J. La Peste Negra. Greenwood Press, 2004.
4. Defoe, D. y Anthony Burgess (editor). Diario del Año de la Peste. Penguin Books, 1986.
5. Richetti, J. (editor). The Cambridge Companion to the Eighteenth Century Novel. Cambridge UP, 1998.
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