Terapia Centrada en el Cliente de Rogers

La terapia centrada en el cliente de Rogers (1951)

La teoría que subyace a la terapia centrada en el cliente de Rogers (1951) se basa en la teoría de la personalidad de Combs y Snygg (1949), desarrollada en su libro "Campo fenoménico". El campo fenoménico es nuestra realidad: los pensamientos, experiencias, ideas y comportamientos que nos hacen ser quienes somos. Las teorías de Rogers se hicieron muy conocidas después de que publicara su libro "Terapia centrada en el cliente: Su práctica actual, implicaciones y teoría", en 1951.

El desarrollo de la teoría de Rogers fue exhaustivo y también empírico. Él y sus seguidores aplicaron un enfoque humanista para llevar a cabo la terapia y un enfoque científico para evaluar los resultados de la terapia.

Varios investigadores también revelaron las siguientes conclusiones importantes sobre la terapia centrada en el cliente de Rogers:

• Los catorce estudios incluidos por Truax y Mitchell (1971) en su metaanálisis revelaron asociaciones significativas entre los resultados satisfactorios de la terapia y las condiciones básicas de Rogers, y sólo una relación negativa.
• Orlinsky y Howard (1986) también coincidieron con Rogers en que sus tres condiciones esenciales -empatía, congruencia y consideración positiva incondicional- son cruciales para un cambio eficaz, como demuestran los resultados positivos que encontraron cuando examinaron las percepciones de los clientes.
• Lambert (1992) descubrió que la relación de trabajo cliente-terapeuta y las técnicas terapéuticas constituían el 45% del éxito en los resultados terapéuticos, junto con el uso de la psicoterapia.

Un supuesto de la terapia centrada en el cliente de Roger es que cada persona es experta en su vida. Cada persona tiene en su interior los recursos que le ayudarán a crecer y desarrollarse. En un entorno propicio al crecimiento, cada persona tiene el potencial para ser lo mejor que pueda ser. Un supuesto esencial de este enfoque es "la tendencia actualizadora".

La terapia centrada en el cliente de Roger es distinta de otros enfoques terapéuticos de la época. Redefinió a los "pacientes" como "clientes" que necesitaban ayuda para alcanzar su potencial.

Técnicas de terapia centrada en el cliente

Las técnicas de terapia centrada en el cliente pretenden ayudar a éste a lograr la autoaceptación y el autoconocimiento. En la terapia centrada en el cliente, el papel principal del terapeuta es garantizar un entorno no directivo, de aceptación y genuino para el cliente, en el que trabajen juntos como iguales.

Fig. 2 - Terapia centrada en el cliente Las técnicas implican proporcionar un entorno terapéutico de aceptación y genuino.

Con el cliente como eje principal, la terapia se centra más en la retroalimentación y la escucha activa que en las explicaciones o instrucciones, lo que permite a los clientes explorar sus emociones y comprender plenamente sus diversas perspectivas vitales.

Con estas técnicas de terapia centrada en el cliente, éste puede comprender mejor cómo le afectan sus acciones, lo que le ayuda a responsabilizarse de ellas. Tanto el terapeuta como el cliente trabajan juntos para conseguir un cambio de conducta.

Carl Rogers: Enfoque Centrado en la Persona

Como su nombre indica, el Enfoque Centrado en la Persona de Carl Rogers hace hincapié en el papel del individuo en el cambio positivo. Rogers cambió el nombre de centrado en el cliente por centrado en la persona como ampliación de sus ideas humanistas en la terapia centrada en el cliente para que tuviera un abanico de aplicaciones más amplio y diverso que la mera psicoterapia.

Al reconocer el yo, el enfoque centrado en la persona de Rogers también identificó nuestra necesidad de consideración positiva.

La consideración positiva tiene dos formas: incondicional y condicional.

Rogers afirmaba que en situaciones en las que recibimos una consideración positiva incondicional, podemos experimentar nuestros verdaderos sentimientos. Sin embargo, cuando la gente nos impone condiciones, como la consideración positiva condicional, esto afecta a cómo nos vemos a nosotros mismos. En lugar de experimentar nuestro verdadero yo, empezamos a dejar que los demás nos definan y a seguir sus expectativas sobre quién quieren que seamos. Esto, a su vez, dificulta la autorrealización.

Las condiciones de valía, según Rogers, también pueden obstaculizar la autorrealización, lo que ocurre cuando las condiciones impuestas por otras personas significativas, como los padres, se convierten en la base de nuestra consideración de nosotros mismos. Es decir, la forma en que medimos nuestra valía depende en última instancia de las condiciones impuestas por los demás.

Además, Rogers introdujo la idea de congruencia e incongruencia en relación con nuestra búsqueda de la autorrealización.

La Terapia Centrada en el Cliente de Rogers: Congruencia e incongruencia

Según Rogers, una persona puede experimentar congruencia o incongruencia en función de su locus de evaluación: interno o externo. Locus, en términos sencillos, significa lugar o fuente, así que cuando nos referimos al locus de evaluación, nos referimos a de dónde obtenemos nuestra autoevaluación.

Una persona que funciona con un locus interno de evaluación experimenta congruencia porque confía más en su visión de sí misma que en lo que piensan los demás.

Por otra parte, si una persona experimenta incongruencia, significa que depende de la consideración positiva de los demás y basa su autoestima en lo que los demás piensan de ella (locus de evaluación externo). Esto les hace perder de vista su tendencia a convertirse en lo que quieren ser. Con la incongruencia, una persona puede desarrollar conductas inadaptadas.

La incongruencia puede causar una ansiedad importante, que puede llevarles a buscar terapia para restablecer la congruencia y la autoaceptación.

Elementos de la Terapia Centrada en la Persona de Rogers

Hemos visto cómo la incongruencia se convierte en una barrera para la autorrealización. La terapia centrada en la persona pretende ayudar a las personas a recuperar el sentido de sí mismas guiándolas hacia la libertad experiencial. Es decir, una persona puede tener experiencias que sean fieles a sí misma y se alineen con su tendencia actualizadora.

Para ayudar a un individuo a recuperar la congruencia, hay tres elementos esenciales de la terapia centrada en la persona de Roger.

Los terapeutas centrados en la persona sienten empatía por sus clientes. El terapeuta no es pasivo, sino que siente curiosidad por las experiencias del cliente. Aunque la empatía incluye la comprensión, el objetivo del terapeuta es transmitir esa comprensión al cliente.

El terapeuta debe aceptar la experiencia del cliente sin juzgarla, aunque no esté de acuerdo con su comportamiento o no le guste lo que le diga. Mediante la consideración positiva incondicional, el terapeuta también comunica respeto al cliente. Cuando el cliente percibe el amor y el respeto del terapeuta, independientemente de sus acciones, aumenta su comprensión de sí mismo y desarrolla la autoaceptación y el autorrespeto, lo que le permite avanzar hacia el cambio.

El terapeuta debe ser sincero y abierto con el cliente sobre sus sentimientos y pensamientos, y éste debe sentirse lo bastante cómodo para compartir los suyos. Como resultado, se produce transparencia en la relación terapéutica. Un terapeuta auténtico inspirará a los clientes a ser auténticos, lo que permitirá una expresión auténtica y un mayor conocimiento de sí mismos durante la terapia.

Técnicas de Terapia Centrada en la Persona

Rogers identificó seis condiciones terapéuticas para ayudar a una persona a pasar de la incongruencia a la congruencia:

1. La terapia centrada en la persona requiere una relación cliente-terapeuta.

Esta relación implica que el cliente pueda compartir libremente sus pensamientos y experiencias mientras el terapeuta intenta comprender el punto de vista del cliente.

2. La terapia centrada en la persona consiste en que el cliente experimente incongruencia.

Estar en un estado de incongruencia conlleva emociones negativas, como la ansiedad, que le motivan a buscar terapia.

3. La terapia centrada en la persona requiere que el terapeuta demuestre congruencia hacia el cliente.

El terapeuta debe ser auténtico con el cliente y evitar que sus sentimientos personales influyan en su relación de trabajo.

Rogers, sin embargo, señaló que el terapeuta podría expresar sentimientos similares como resultado de un problema expresado por el cliente, lo que permite una interacción auténtica y evita una fachada de profesionalidad.

4. La terapia centrada en la persona requiere que el terapeuta demuestre una consideración positiva incondicional hacia el cliente. El terapeuta debe aceptar los sentimientos y acciones del cliente, aunque no esté de acuerdo con su comportamiento. Esto significa también que el terapeuta no impondrá ninguna condición de valor.

Ayudar al cliente a avanzar hacia la libertad experiencial -un estado en el que pueda expresarse de verdad, responsabilizarse de sus actos y tomar sus propias decisiones- requiere una consideración positiva incondicional hacia él.

5. La terapia centrada en la persona requiere que el terapeuta muestre empatía. A medida que el cliente revela sus pensamientos íntimos, el terapeuta debe valorar y comprender las perspectivas del cliente sobre sus preocupaciones.

6. La terapia centrada en la persona requiere que el cliente sienta realmente aceptación y empatía por parte del terapeuta. El terapeuta debe asegurarse de que el cliente sienta una consideración positiva incondicional y comprensión durante la terapia.

También es crucial recordar que el éxito de la terapia centrada en la persona depende de los rasgos del cliente y del terapeuta.